Muy cerca de Santillana del Mar, en Santander, se encuentra la cueva de Altamira.
He leído que, en 1879, había un caballero llamado don Marcelino Sanz de Sautuola, que quería descubrir restos de huesos o vasijas en las cuevas de la montaña y por las tardes se paseaba con su hija María de 12 años y entraban en ellas para investigar.
He leído que, en 1879, había un caballero llamado don Marcelino Sanz de Sautuola, que quería descubrir restos de huesos o vasijas en las cuevas de la montaña y por las tardes se paseaba con su hija María de 12 años y entraban en ellas para investigar.
Una tarde de verano de ese año, entraron el la cueva de Altamira. Don Marcelino se puso a buscar restos y cosas, allí escarbando en el suelo, alumbrados por la luz de un candil que era débil y, a veces, se movía por alguna corriente de aire.
De repente, María tiró de la chaqueta de su padre y este la regañó porque estaba concentrado en su trabajo y le molestaba. Pero María insistió a su padre que mirara para arriba:
- ¡Papá, papá, mira, toros pintados!...
Y así se descubrió lo que otras personas habían dibujado en el techo de la cueva hace mucho tiempo, miles de años... ahí empezaba todo lo que ahora llamamos arte.
¡Fijaos lo que podemos descubrir los niños!...